
Cuando estalló la burbuja financiera global, la solución fue bajar las tasas de interés e inyectar miles de millones de dólares sin respaldo a un sistema bancario enfermo. Justamente esa solución generó un problema mayor, y por eso la próxima crisis será peor aún. Los gobiernos ya se están quedando sin combustible para alimentar la economía. Puede ser que todavía estén en condiciones de salvar a los bancos, pero de ahora en adelante la pregunta más inquietante es quién salvará a los gobiernos…
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